EL
MUNDO
16
agosto 2016
Clara Simón Vázquez
El tiempo que vivan nuestros padres es más o menos lo que vamos a
vivir nosotros y además seremos más sanos cuando cumplamos 70 y 80 años. Por
eso, tener unos padres longevos significa que la tasa de enfermedad
cardiovascular y de tumores será menor cuando se llegue a la edad dorada.
Eso es
lo que dice un estudio firmado por Janice Atkins, del
grupo de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Exeter,
en Reino Unido, que se ha publicado en Journal of the American College of Cardiology, y en el que
participan investigadores de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos), el
Instituto Nacional de la Salud de Francia y el Instituto Indio de Salud
Pública.
A esta
conclusión han llegado después de analizar los datos de unas 190.000 personas
incluidas en el Biobanco UK. Se trata de una de las
mayores muestras de pacientes que se han analizado en un estudio de estas
características. Así, nuestras probabilidades de vivir 10 años más aumentan un
17% si nuestros padres viven más de 70 años.
Salud cardiaca
Es la
primera vez que se demuestra que conocer la edad a la que mueren los
progenitores puede ayudar a predecir el riesgo de enfermedad cardiaca y otros
aspectos de la salud del corazón y del sistema circulatorio. Y se ha podido
demostrar después de estudiar a 186.000 individuos con edades comprendidas
entre los 55 y los 73 años a los que siguieron durante ocho años.
Los
hijos cuyos padres habían vivido más tiempo tenían menos incidencia de
enfermedades circulatorias, entre las que se incluían insuficiencia cardiaca,
ictus, hipertensión, niveles altos de colesterol y fibrilación auricular. Por
ejemplo, el riesgo de morir por una enfermedad cardiaca es un 20% menor por
cada década de más que han vivido los padres una vez cumplidos los 70 años. A
este menor riesgo hay que sumar el de cáncer, un 7% menos.
Vida sana
Pero no
todo es la edad de los progenitores. Llevar una vida sana, sin fumar, sin beber
en exceso, hacer deporte y mantener el peso ayuda y mucho a vivir más.
Los
autores del trabajo dicen que estos resultados serán de gran utilidad para
identificar a los pacientes que tienen más riesgo de morir antes e iniciar
pautas preventivas en ese grupo. "Nos ayuda a conocer las variaciones
genéticas que explican la mejor salud de las personas cuyos padres han vivido
más", apuntan los investigadores, que han localizado factores genéticos
asociados a la presión sanguínea, a los niveles de colesterol y a fumar, que se
pueden evitar y tratar.
Ahora
falta por conocer cómo afecta directamente la edad de los padres a la salud
futura de los hijos. Y eso es lo que estudia la Gerociencia,
un campo de la medicina que analiza la relación entre la biología de la edad y
las enfermedades asociadas a la edad, ya que ésta es el principal factor de
riesgo de enfermedades crónicas, como la enfermedad cardiaca, el Alzheimer y el
cáncer. Cuanto más se sepa de la longevidad, más se podrá hacer para mejorar la
calidad de vida de los que viven más.